Víctimas de crímenes xenófobos exigen que los delitos no queden impunes y alertan del auge fascista en la red
A Guillém Agulló, de ideología antifascista, lo asesinó con tan sólo 18 años un neonazi en el municipio de Montanejos (Castellón). Ocurrió el 11 de abril de 1993, y el agresor, Pedro Cuevas, huyó con el brazo en alto y cantando el Cara al sol. El asesino, vinculado a partidos de extrema derecha, sólo cumplió cuatro años de cárcel del total de 16 a los que fue condenado.
Otro día 11, pero del mes de noviembre de 2007, otro joven de ideología antifascista, Carlos Palomino, moría asesinado en el metro de Madrid a manos de Josué Estébanez, un militar de extrema derecha. El Tribunal Supremo confirmó la sentencia a 26 años de cárcel para Estébanez. Guillem y Carlos murieron en sendos crímenes de odio. Años después, sus familias siguen luchando para que su recuerdo no muera.
El que sí puede contarlo, pero desde su silla de ruedas, es el congoleño Miwa Monake, de 43 años de edad y tetrapléjico desde que el 10 de febrero de 2007 otro neonazi le diese un golpe por la espalda que lo dejó seco. Su agresor, que le llamó "mono" y le dijo que su sitio era el zoo antes de tumbarlo, cumple diez años de prisión.
Ayer se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial con actos en distintas ciudades de todo el mundo. Público recupera las historias de tres familias que quedaron destrozadas porque alguien que odiaba la forma de pensar o el color de piel de la víctima se cruzó un día en su camino.
Carlos Palomino: Su madre mantiene la lucha
Mavi Muñoz recuerda que empezó a aprender sobre el entramado neonazi "a golpe de internet". El 11 de noviembre de 2007 su hijo, Carlos Palomino, moría asesinado a manos de un neonazi. "Enterré a Carlos y me conecté a internet; quería saber muchas cosas", cuenta Mavi, que tras el asesinato de su hijo creó la Asociación de Víctimas de la Violencia Fascista, Racista y Homófoba. Desde allí, esta mujer intenta que las agresiones xenófobas no queden impunes, algo que no siempre es fácil.
España no cuenta con datos oficiales sobre delitos que han tenido su origen en un hecho racista o fascista. La policía no lo anota como tal, así que son asociaciones como Movimiento contra la Intolerancia las que tienen que hacer sus propias cábalas. Esta asociación, que dirige Esteban Ibarra, estima que cada año se dan unas 400 agresiones de este tipo. "Exigimos que haya un registro policial para saber con exactitud la trascendencia de estos delitos", insiste Ibarra, que recientemente ha publicado el libro La España racista. La lucha en defensa de las víctimas del odio. A escala europea, más de nueve millones de ciudadanos se han visto alguna vez envueltos en algún altercado xenófobo, según la Agencia Europea de Derechos Fundamentales de la UE.
Ibarra ha apoyado a Mavi Muñoz desde la muerte de su hijo y comparte con ella la lucha diaria para que las agresiones no pasen de largo para la sociedad. "Lo que le pasó a mi hijo, a nuestros hijos, no son hechos aislados. Hay que conseguir que otros agredidos rompan el silencio", señala Mavi.
Guillem Agulló: Símbolo del antifascismo
Los padres de Guillem Agulló, Guillem y Carmen, educaron a su hijo en la tolerancia y la libertad. Y, de golpe, el 11 de abril de 1993 un neonazi lo apuñaló de muerte. "Fue una pesadilla, no dábamos crédito a lo que había ocurrido", señalan sus padres.
Desde entonces, Guillem Agulló se ha convertido en un símbolo para el movimiento antifascista valenciano, y su muerte impulsó la creación de defensa de los derechos humanos como Acció Popular contra la Impunitat.
"Las víctimas de estos delitos se sienten desamparadas. Muchos funcionarios ni siquiera recogen la motivación de estos ataques cuando se denuncian. Los políticos tampoco explican bien el daño que inflige el prejuicio. Se ocultan las cifras y se niegan las prácticas racistas de policías y políticos", denuncia un portavoz de dicha asociación. El padre de Guillem corrobora la denuncia: "En el País Valencià los grupos de neonazis campan a sus anchas". Ibarra, por su parte, añade que esa impunidad se está extendiendo ahora por internet. En España hay cientos de páginas web racistas y homófobas, pero están alojadas en servidores canadienses o estadounidenses", alerta.
Desde Acció Popular contra la Impunitat también denuncian la proliferación de web ultras y agregan: "Muchas veces el racismo oculta un clasismo evidente. Molestan los negros pobres, no los futbolistas, por ejemplo. La visión mercantilista de la humanidad, que trata la inmigración como una herramienta y obvia su carácter humano, no ayuda a neutralizar estos prejuicios".
Miwa Monake: Tetrapléjico de por vida
Las últimas palabras que el congoleño Miwa Monake escuchó de su agresor fueron: "¡Negro, puto negro, mono, vete a un zoológico, mono. Arriba España. Viva España!". Después, cayó al suelo desplomado. De aquel golpe tremendo que le propinó un neonazi a la salida de una discoteca se quedó tetrapléjico. Su agresor, Roberto Alonso de la Varga, fue condenado a diez años de prisión. Los hechos ocurrieron en febrero de 2007.
"Yo nunca había oído antes la palabra tetrapléjico", cuenta Miwa, de 43 años, al que Esteban Ibarra siempre pone de ejemplo de superación. El halago no es gratuito. Miwa, durante su convalecencia, pensó muchas veces en quitarse la vida. Le ayudaron a superar el bache Ibarra y Mirella, su mujer, que todo este tiempo ha permanecido a su lado.
Miwa mide casi dos metros de altura y tendrá que permanecer para siempre en una silla de ruedas. Consciente de la violencia de las bandas ultras, cierra tajante con una frase: "Que no haya jamás ningún otro Miwa, ningún otro Carlos, ningún otro Guillem".
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